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Lunada

Dicen que al principio éramos seres con dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas. Dicen que fuimos divididos a la mitad, y toda esta historia para justificar la búsqueda de “alma gemela”. Dicen que el amor está en nosotros, en el cielo, en la cama o que nace y muere en los libros. Yo podría decirles que desde un principio lo amaba, y que aún lo amo, pero la verdad es que él mismo es el amor.

La primera vez que lo vi era una tarde, casi noche, en un parque, cuando yo ayudaba a preparar una fogata. Venía acompañando a un amigo de ambos…y venía sonriendo no sé por qué. Puedo jurarles que, si lo vieran sonreír, ustedes al igual que yo, no querrían volver a ver otra sonrisa. Podría pensarse que no teníamos mucho en común, pero la verdad es que, desde que empezamos a hablar, supe que estaríamos mucho tiempo juntos. Sabía, a simple vista, que él sería una de esas personas que llegan por accidente, que se quedan quizá por siempre, y a quienes es imposible no amarles.

No me malinterpreten, lo amo, pero no como pareciera. Y sí, es mi alma gemela en muchísimos aspectos, y a su lado todo problema pesa menos. Pero la verdad es que mi amor por él es principalmente un amor de complicidad, él y yo somos, y eso es todo. No somos pareja, no somos amigos, simplemente somos, como lo son los hermanos.

Dicen que la amistad entre un hombre y una mujer es peligrosa. Y quizá lo sea, porque sinceramente, si fuera por mi mejor amigo, sería capaz de mover cielo y tierra.


A mi mejor amigo, Sebastián

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